Para ello es necesario que sepamos cuáles son las medidas de nuestra piscina, ya que de su capacidad dependerá acertar con las dosis de los productos necesarios para su mantenimiento. Del mismo modo, tendremos que saber cuál es su dureza, ya que en función de ello la cantidad de producto será distinta.
Cómo calcular el volumen de nuestra piscina
Lo primero que tenemos que hacer es calcular la capacidad de nuestra piscina para saber cuánta cantidad de productos químicos tenemos que usar para mantener el agua siempre a punto.
De este modo, mediremos la longitud y la anchura. Recuerda que en las piscinas circulares tendremos que medir su diámetro. Acto seguido mediremos la profundidad de la piscina. Si es la misma en toda la piscina, bastará con tomar solo una medida desde el fondo hasta el borde de la misma, pero si tenemos una piscina cuya profundidad aumenta conforme nos adentramos en ella, tendremos que medir la parte más profunda y la menos profunda, sumar ambos datos y dividirlos entre dos para que nos de la profundidad media de nuestra piscina.
La medida obtenida de la profundidad de la piscina la multiplicamos por la longitud y la anchura para obtener el volumen total, en metros cúbicos, de nuestra piscina.
En el caso de las circulares, sabiendo el radio (la mitad del diámetro) y la profundidad, aplicaremos la siguiente fórmula: V = πr2h, donde h (altura) será la profundidad obtenida, y r, el radio. El resultado será el volumen, en metros cúbicos, de la piscina circular.
Otro dato fundamental: la dureza del agua
Pero, como hemos comentado al comienzo de este artículo, también nos hará falta saber cuál es la dureza del agua, es decir cuántas sales de calcio y magnesio hay disueltas en el agua. En nuestro país el agua suele ser bastante dura, por lo que, tras hacer los análisis oportunos, lo normal es que tengamos que disminuirla con la ayuda de un antical.
Para conocer la dureza tendremos que adquirir un test de comparador de dureza que encontraremos en cualquier tienda especializada de piscinas. Tomaremos una muestra del agua de nuestra piscina (normalmente, con 10 ml es suficiente) e iremos añadiendo, según las instrucciones especificadas en la caja, el número de gotas indicadas de los distintos reactivos que acompañan el comparador. Con el primer reactivo, el agua se volverá roja, lo que denotará su dureza. Tendremos que neutralizarla con el segundo para, con la aplicación del tercero, saber los grados de dureza del agua, que conoceremos cuando esta se vuelva azul. Lo normal es que esos datos los comparemos con agua destilada. En este caso, el agua se volverá azul con la sola aplicación del primer reactivo, lo que indicará la ausencia de cal.
El pH del agua es otro dato muy importante que también tendremos que conocer. El pH del agua de una piscina debe estar entre 7,2 y 7,6. Para regularlo, deberemos seguir las indicaciones del fabricante a la hora de echar el reductor o elevador de pH.
Por último, es conveniente aplicar algicidas para contrarrestrar la aparición de algas y tener bajo control el cloro.