Existen en el mercado sistemas para preservar las piscinas que se adaptan a todas las economías y tipos de piletas manteniendo en cada caso el rendimiento para el que han sido creadas. Se conocen también como "persianas" y su instalación es posible incluso en piscinas ya construidas.
Las ventajas de cubrir la piscina mientras no se está usando son múltiples, empezando por el tema de la seguridad (no permiten caídas accidentales de niños o mascotas), el ahorro (evitan la evaporación del agua y el gasto para su mantenimiento es mínimo dado que está protegida y prácticamente no se ensucia) y en comodidad (el tiempo invertido en cuidados se reduce). Gracias a los sistemas automáticos de cierre, el inconveniente de la pérdida de tiempo que se invertía en taparlas se ha solventado y, con ello, ha desaparecido el reparo más importante que frenaba la decisión de instalar uno de estos métodos.
Hay dos sistemas básicos de cerramientos para piscinas las cubiertas automáticas sumergidas y las exteriores. Las sumergidas usan railes o un mástil de aluminio anodizado por donde se deslizan las lamas o la lona justo sobre la superficie de agua, se recomiendan para piscinas en construcción, es conveniente que cuenten con una bomba de achique para que no se acumule el agua de lluvia. El método exterior eleva este mecanismo sobre el borde, pero mantiene el hermetismo y para mantener la estética esconden el enrollable, generalmente bajo un banco simulado situado en un margen. La apertura y cierre se producen a través de un motor eléctrico que se manipula por un botón o mando a distancia. Es imprescindible que estén dotadas de un sistema de seguridad que las bloquee en caso de encontrar algún obstáculo.
Los materiales de acabado son muy variados para que se amolden a cualquier espacio, desde sofisticadas láminas solares, PVC en distintos colores, aluminio, revestidas de madera... y se recortan para seguir la forma de cada piscina.
Foto: Piscinas del Vallés