De ahí que resulte de vital importancia escoger el sistema de filtrado más adecuado para nuestra instalación, ya que ésta es la única forma de garantizar un agua limpia, pura y cristalina. En la actualidad, el mercado cuenta con tres tipos de sistemas de filtrado diversos:
Están conformados por un contenedor de acero o fibra de vidrio relleno de arena de sílice. En función de sus características, cada filtro cuenta con una calidad de arena distinta, así como un tamaño de granulado adecuado al sistema de limpieza. El agua, dirigida hacia la parte superior del filtro, es recogida por un conjunto de colectores y bujías que la trasladan hacia la parte inferior. La presión aumenta cuando el filtro está sucio, motivo por el que es fundamental lavarlo a contracorriente, invirtiendo el flujo del agua de abajo hacia arriba. Este proceso debe repetirse hasta que el agua salga completamente limpia y, una vez finalizado, el filtro puede volver a funcionar en condiciones normales. El principal problema de tener el filtro obstruido es que deja pasar muy poca cantidad de agua, por lo que la recirculación de la misma disminuye. Uno de los mayores inconvenientes del filtro de arena es que son mucho más voluminosos que el resto de competidores. Sin embargo, a su favor puede añadirse que resultan muy fiables y que no precisan de grandes intervenciones manuales.
Se trata de un sistema de filtrado mucho menos difuso que el de arena, posiblemente porque requiere de una mayor implicación en su gestión e instalación. Los filtros de diatomeas utilizan una especie de tierra mineral que, gracias a su composición de algas unicelulares, funciona como insecticida. Esta tipología de filtro, que suele ser distribuida mediante velas o discos, drena y realimenta el agua a través de la tierra de diatomeas. Si el filtro se obstruye (dato que puede revelarse si el manómetro refleja una presión muy elevada), es necesario retirar la capa de diatomeas e insertar una nueva carga. Una acción manual mucho más complicada que el simple retrolavado que puede llevarse a cabo para desatascar el filtro de arena. No obstante, la calidad de la limpieza de esta tipología de drenaje es más que excelente, sobre todo debida a la alta porosidad que presenta la tierra de diatomeas.
Constituyen una de las soluciones más indicadas para las pequeñas piscinas elevadas, ya que la limpieza del cartucho puede realizarse manualmente sacándolo del filtro y rociándolo mediante un chorro de agua a presión. Este tipo de cartucho, configurado por un cilindro, a su vez está compuesto por papeles filtrantes sintéticos o de fibra vegetal. La amplia superficie de filtración que se obtiene con este sistema da lugar a una velocidad de circulación del agua veinte veces más lenta en comparación con el filtro de arena.
